Convocados por Encuentro y Solidaridad, los días del Triduo Pascual nos juntamos unas cuantas familias en la casa de espiritualidad Emaús: numerosas y menos numerosas, altas y bajas, de aquí y de allí, con larga tradición y recién formadas, para celebrar la Semana Santa.

Al tiempo que hemos contemplado el misterio de la muerte y resurrección de Jesús hemos ido asomándonos a la encíclica Laudato Si de la mano de Adolfo Chércoles SJ. Chércoles ha ido exprimiendo con sabiduría alguno de los números principales de la encíclica para extraer toda su esencia. Esencia de cultura, de inteligencia, de llamada personal y colectiva a la conversión, de valentía, de libertad…

En estos días nos hemos preparado y dispuesto a una tarea de crecimiento en nuestra fe. Una fe en un Dios que es un nosotros. Cuando a Jesús los discípulos le pidieron que les enseñara a rezar, Jesús les enseñó una oración que es comunitaria, el Padrenuestro. Así nos descubrimos llamados a hacer brillar la fraternidad que Jesús siembra en nosotros.

También nos hemos visto convocados a crecer en el cuidado de la casa común. Todo está conectado y todos estamos llamados a una nueva relación con lo que nos rodea y los que nos rodean.

El Domingo de Resurrección nos hemos despedido y hemos vuelto a nuestras casas con espíritu renovado. El lunes nos llegaba la noticia de la muerte del Papa Francisco a quien estos días de Semana Santa, sin saberlo hemos rendido un pequeño homenaje repasando uno de sus textos más relevantes. Damos gracias por su pontificado y por estos días en los que hemos podido repasar su enseñanza.